El presidente de Brasil aseguró que la situación del país requiere un "tratamiento del FMI que considere las consecuencias sociales de las políticas de ajuste". También se reunió con la directora ejecutiva del Fondo, Kristalina Georgieva.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, aseguró este sábado que la deuda externa "destroza" a países como la Argentina debido a que el Fondo Monetario Internacional no tiene en cuenta las consecuencias sociales de los ajustes económicos que exige a los países deudores, durante su discurso en el Grupo de los 7 (G-7) que se desarrolla en Hiroshima, Japón.
"El endeudamiento externo de muchos países, que victimizó a Brasil en el pasado y hoy destroza a Argentina, es causa de una flagrante y creciente desigualdad, y requiere un tratamiento del FMI que considere las consecuencias sociales de las políticas de ajuste", afirmó Lula, durante el primero de sus dos discursos en la sesión plenaria.
Lula fue el único latinoamericano invitado por el G7, que agrupa a las grandes potencias mundiales: Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania y Japón.
Lula se refirió a la Argentina en el marco de la orden que dio a su gabinete públicamente al recibir este mes en Brasilia al presidente Alberto Fernández, de que iba a interceder ante el FMI y el banco de los Brics para permitir que su principal socio pueda disponer de reservas para que no se detenga el flujo comercial entre ambos países.
El presidente de Brasil también se reunió este sábado con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, que participó de la reunión plenaria del G7.
Lula, en contra del dogma neoliberal
Frente al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, Lula quiso ser la voz de los países emergentes y subdesarrollados en esa cumbre, fustigando al "dogma neoliberal" en la economía mundial y reclamando el cese del estado actual de la división de poderes geopolíticos en la ONU y en el resto de los organismos internacionales.
"El sistema financiero global tiene que estar al servicio de la producción, el trabajo y el empleo. Solo tendremos un crecimiento sostenible real dirigiendo esfuerzos y recursos hacia la economía real", sostuvo Lula ante los mandatarios. Por su parte, él mismo mantiene una pelea interna con el Banco Central de Brasil, liderada por el bolsonarista Roberto Campos Neto, para reducir la tasa de interés y evitar golpes recesivos.
Lula también defendió un mundo multipolar. "No nos hacemos ilusiones. Ningún país puede hacer frente solo a las amenazas sistémicas actuales. La solución no está en la formación de bloques antagónicos o respuestas que incluyan solo a un pequeño número de países. Esto será particularmente importante en este contexto de transición a un orden multipolar, que requerirá cambios profundos en las instituciones", aseguró.
Según Lula, "el mundo de hoy vive la superposición de múltiples crisis: la pandemia de la Covid-19, el cambio climático, las tensiones geopolíticas, una guerra en el corazón de Europa, presiones sobre la seguridad alimentaria y energética y amenazas a la democracia".
Y reclamó a los líderes del G-7 "un cambio de mentalidad, derribando mitos y abandonar paradigmas".
"No tiene sentido hacer un llamado a los países emergentes para que contribuyan a resolver las "múltiples crisis" que enfrenta el mundo sin que se atiendan sus legítimas preocupaciones, y sin que estén adecuadamente representados en los principales órganos de gobernanza global", dijo Lula.
Y finalmente, pidió la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU con mayor representación, y también defendió "la consolidación del G20" que a partir de la crisis estadounidense de 2008 amplió la participación a países emergentes.