Todos los 6 de enero tiene lugar esta fiesta religiosa para recordar y celebrar la visita de los Reyes Magos a Jesús el hijo de Dios
Luego de celebrar la Navidad, los más chicos esperan la fiesta de Reyes Magos, que tanto en la Argentina como en el resto del mundo se celebra el 6 de enero. En esa fecha se conmemora el episodio bíblico en el que tres viajeros de Oriente acudieron ante Jesucristo a poco de su nacimiento para hacerle ofrendas, advertidos de su condición divina.
Los Reyes llevaron regalos al recién nacido, que también era Rey pero que había nacido humilde y estaba en un Pesebre, por su parte la elección de los presentes no era casual, ya que cada uno tenía una importancia simbólica:
- Oro: por su naturaleza real, como regalo conferido a los reyes;
- Incienso: por su naturaleza divina, empleado en el culto;
- Mirra: es un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús.
La escena es familiar para quienes observan los pesebres, que al retratar los primeros días de Cristo muestran a estas tres figuras, que comúnmente son llamados Gaspar, Melchor y Baltazar. Según la tradición, en esta noche visitan a los niños de todo el mundo con obsequios que cargan en sus camellos, al igual que hicieron con el oro, el incienso y la mirra que llevaron ante Jesús. Por eso, en varios países como la Argentina se acostumbra dejar pasto cortado y agua como regalos para los dromedarios de los Reyes.
La visita de los Reyes Magos a Jesús contada en la Biblia
Aunque en la Biblia no se incluyen sus nombres, las figuras de Gaspar, Melchor y Baltazar están asociadas a Jesús ya que fueron los primeros en confiar en que sería el próximo “Rey de Reyes”. Por este motivo, el grupo comenzó a seguir una estrella que los conduciría a la ciudad de Belén, cuna de este primogénito divino.
Según la tradición, los tres viajeros provenientes de Europa, Asia y África respectivamente pidieron ayuda al rey Herodes, escena que forma parte del Evangelio según San Mateo. “Unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?” (...) Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: ‘Id y averiguad cuidadosamente qué hay del Niño, y cuando lo encontréis, avisadme para ir yo también a adorarlo’”, recuerda el texto.
Sin embargo, los motivos de Herodes no eran buenos, ya que quería matar al recién nacido para evitar que disputara su poder. Pero los Reyes Magos ignoraban esto, y se contentaron con seguir la estrella, tras lo que ocurrió su epifanía con Cristo: “La estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al Niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”, como se cuenta en el Evangelio según San Mateo.
Ese momento de revelación de Jesús ante los ojos de los Reyes Magos, que no dejaban de ser mortales, es el que se recuerda hoy, y que dio origen a la Fiesta de la Epifanía del Señor, como se la conoce en el mundo religioso. Según cuenta el texto sagrado, el Espíritu Santo les advirtió entonces a los magos que no revelaran la ubicación de Jesús a Herodes, y así salvaron su vida a temprana edad.